martes, 2 de noviembre de 2010

OTOÑOÑO

En otoño, todo el mundo se pone ñoño. Y mira que a mí, me encanta.

A la gente se le cae el pelo, y escuchan canciones tristes, de amor. Se las dedican a todos esos pelos que se van, que se quedan en el cepillo, y se cuelan por el desagüe. Qué historia tan triste, sino, es que no sé.

Sin embargo, esos naranjizos arrojados amarillones, a mí me ponen de buen humor. Que haga fresco, pero no mucho, que llueva, pero poquito, que se haga de noche, pero no muy pronto, y que huela a castañas con olor a mandarinas... uhm, y los domingos, tan domingos esperando al lunes, con su "dolce far niente", que parece que aburre, pero no es verdad. Escuchar a Bob Dylan, que no puede ser mas otoñoñal, y leer libros de bolsillo en cualquier línea de metro, hasta en las 6, en hora punta, y de pie, sin saber qué hacer con el abrigo, y al medio día te preguntas si de verdad era tan necesario a las ocho de la mañana.

Me gusta por todo esto. Y porque cada 3 de noviembre, me hace sentirme más otoñal. Me despido de los 21 con muchas cosas que aquí no caben, y me hacen ponerme un poco otoñoña, pero qué le voy a hacer, si mi cepillo también es un poco ladrón...