Para empezar, siempre he pensado que el color azul esta sobre valorado, así que mi príncipe azul, debería ser verde.
Tendría la nariz de Gael García Bernal, y también un poco de su acento mexicano-a-veces-argentino. Como corcel, una bicicleta, y atravesaríamos la M-30 dando pedales, hasta llegar al disecado Manzanares, desde donde contemplaríamos el atardecer, mientras él me ofrece pepinillos en vinagre. Su reino sería la Fnac, y me leería libros de los que a mí me gustan, escuchando la buena música de antaño, y eligiendo qué películas ver por la noche. No le darían miedo los colores, y vestiría tranquilamente tonos pastel, que tan bien sientan con el bronceado, sin dudar de su sexualidad. No celebraríamos San Valentín con rosas y bombones, pero sí celebraríamos cada día con momentos. Y no pasaríamos juntos una eternidad, sólo el tiempo necesario para descubrir lo maravilloso del otro, y no llegar a conocer las pequeñeces que se tornan en grandezas y rompen el encanto, que no se nos muestra tras los finales de "y fueron felices para siempre".
Perdóname si no quiero comer perdices, y si mientras apareces te cuentan que he estado con príncipes de otros colores. Pero, que no te quepa duda de que, aquí o allí, yo te espero.
2 comentarios:
me gusta la filosofía de la primera frase
Que verdad tan grande, que no dure mucho por Dios, ¡que sino destiñe!
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