domingo, 19 de abril de 2009

CONVERSACIONES IMAGINARIAS CON MI PERRO


Los que me conocéis sabéis de sobra que tengo un perro.


Sabéis, también, que se llama Cuqui (Cuquito, Cuquitín, Cuco, y cosas peores, porque aun que parezca imposible, las hay peorcísimas). No sé si sabéis que tiene 10 años (77 en equivalencia humana), y sin embargo, está hecho un chaval. Los mismos que tenía yo cuando me lo regalaron un Noviembre parecido a este Abril.
No era un regalo para nada premeditado. Una mañana de sábado fui con mis padres a un centro comercial a hacer la compra, y, como cada vez que les acompañaba, me metí a la tienda de animales a ver a los perros, sin ánimo de que alguno de esos cachorros fuese mío. Demasiados intentos, quizás. La sorpresa fue cuando me di cuenta de que mis padres miraban con los mismos ojos que yo a la bola de pelo negra revoltosa. “Es el último de la camada, ayer se llevaron a su hermano”, dijo el dependiente. Luego todo pasó muy rápido, y, horas más tarde estábamos en casa eligiendo nombre, y donde colocar su cuna.
Ahora es uno más de la familia. Es lo que más hecho de menos cuando voy de viaje, quién más salta cuando llego a casa, quién más llora cuando no le hago cosquillas, y quién mejor me escucha cuando no necesito una opinión hipócrita, y mucho menos sincera, y sin embargo, parece que me entiende. Es lo que más me hace falta en días como hoy.
Esos días de bajona máxima inexplicable, que te encierras en tu habitación a escuchar música, te fundes con el ordenador, e intentas desconectar del mundo. Esos días en lo que odias que te pregunten “¿Qué te pasa?”. Esos días en los que él se acerca a mi cama, se sienta a mi lado, y con sus ojitos marrones me dice “Cuéntame”…

- Pues es que no se muy bien…
- ¿Estás triste?
- Un poco.
- Pero, ¿por qué?
- No lo sé, y eso me hace estar tristemente enfadada.
- Ya, lo de siempre.
- Oye, si me vas a juzgar puedes irte por don-
- Marta, soy un perro ¬¬
- Ah, ya… a veces se me olvida. Pues eso, que no me entiendo.
- Te enfadarás, pero es lo de siempre. Los días que te levantas, no te quitas el pijama, y te haces el moño muy alto…
- ¿Me hago el moño muy alto?
- Sí, pero sólo algunos días. Los días que eres la Marta pesada.
- La verdad es que sí… y también me lo aprieto, ¿verdad?
- Sí… te queda un poco mal, ahora que lo pienso, te hace como muchas orejas, o no sé si es que se te ve la nariz más grande… el caso es que me gusta más suelto.
- Sí, pero es más incómodo. Por cierto… debería ir esta semana a la peluquería.
- …

Y así, sólo con sus ojitos marrones, consigue que vuelva a pensar en tonterías de verdad, en vez de pensar en tonterías tontas de las mías, darle vueltas hasta a lo inamovible, y meter de una vez todos esos “Y si…” en un rincón pequeño (a ver si con lo pesados que son, encima les tengo que dejar un rincón grande) para que tarden mucho en volver a salir.



Definitivamente, tengo que empezar a plantearme esto de otro modo.



PD: Si no tenéis perro, no pretendáis entenderlo.

2 comentarios:

Mauers dijo...

Creo tener que decirte que te has blogactualizado en el blog equivocado... ¬¬

Anónimo dijo...

hola marta, anónimo como sabrás soy yo alvarito. lo de los años humanos en los perros nunca me ha entrado en la cabeza, porque joder al año un perro tiene el celo supongamos, y creo q cuando tu tienes seis años, siete o los quesean, que serán siete o asi, el ser humano no tiene ganas de churros con chocolate, en fín...eso que qede claro.
Lo del café o la cerve, cuando kieras, además me apetece ponerme al día, pero qedar contigo puede ser TAAAAN dificil... asiq..., na. Por cierto...como sabes el tuiti ese me quema, asiq na, sigo fuera, pero si algún dia te conectas me gustaria cogerte por banda y poder hablar...besitos.