sábado, 9 de enero de 2010

NOSTALGICOSA

(ANTES DE QUE EMPECEIS A LEER, aun que publicado a fecha de hoy, sépase que está escrito desde una cálida noche de Diciembre en mi habitación de odos Iktinou, nº20)


Es curioso que me hayan hecho falta unos meses fuera de casa para entender la palabra nostalgia. Ni tengo pena, ni estoy triste. Ni echo de menos, ni echo en falta. Tampoco lloro por las noches, ni me despierto pensando que estoy en mi cama (bueno, en mi otra cama), porque ni si quiera añoro mi almohada (la otra, también).

Sin embargo, después de tanto tiempo, empiezo a tener ganas… ganas de una tortilla de patatas, ganas de un café en la “cafe”, ganas de Independance, de Barco, del Maike y de Malasaña. Tengo ganas de “sacar al perro”, ganas de hablar largo y tendido por teléfono, ¡de leerme un libro!, de ver las noticias, de quedarme dormida viendo la tele, o de tener conversaciones de besugo con Celia antes de dormir. De no preocuparme de si estos calcetines desteñirán en la lavadora de blanco, de andar por Gran Vía y la Castellana al volver de fiesta, de comprar en unos chinos, de dormir en casa de Leyre y después perder el domingo entero. De que salgamos a tomar unas Desperados al Galway con idea de volver pronto a casa, y terminar comiendo churros en San Segundo, y de que me salga vaho de la boca, ¡porque es invierno! Tengo muuuchas ganas de ponerme mi chaqueta gris con rayas verdes y azules (¿por qué mierda me la dejé?), de “ñ”, ¡¡de tener lavavajillas!! Ganas de entender los carteles, ganas de no cenar a las siete de la tarde, ganas de ir al supermercado y saber si estoy comprando champú o suavizante, mantequilla o “mantequeso”, salami o chorizo (unfortunatly*, siempre es salami), o zumo de naranja o de pomelo (NO compréis el de pomelo).


Tengo ganas de esa sensación de “home, sweet home”… tengo ganas, de no tener nostalgia.




*¡Me encanta esta palabra!

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