miércoles, 1 de diciembre de 2010

DICIEMBRE SIEMPRE LLEGA DE REPENTE

Como las casualidades, a nadie le importa si nos viene bien o no, hala, ya estamos en diciembre.
Como las rachas de mala suerte, como los domingos, como cuando se va la luz, como cuando te duele un costado y resulta que tienes apendicitis. Así, sin que te lo esperes. Igual que el final de las mejores noches y las mejores películas, igual que las ganas repentinas de llorar, e igual que se caducan los yogures, también de repente. Como cuando suena el despertador y parece que te acabas de acostar, como como los escalofríos, como las personas, como las tormenatas de verano, y como los sustos y como las sorpresas, se te quita el hipo, sí, pero a qué precio.
Y encima, por si fuese poco que digerir, nos ponemos a sopesar el año, y no bastando con eso, a hacer listas de propósitos para el que viene, que bien podrían ser el motivo de los nuevos rollos de papel higiénico de Scottex.
Espero que por lo menos el año que viene se digne usted a avisar, Sr. Diciembre.

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